Es difícil pensar en un título más dramático para una ópera, en cualquier idioma, que el de la obra de Richard Wagner, Götterdämmerung. El ocaso de los dioses, como es más conocida en español, está sin duda a la altura de las expectativas.
Después de haber rescatado a Brunilda de la prisión de fuego de Wotan, Sigfrido entrega a ésta el Anillo del Nibelungo, en prueba de su amor. Con la bendición de Brunilda, su amado parte para acometer actos de valentía, mientras que Wotan ya ha decidido que los días del Valhalla están contados.
Hagen está planeando que su medio-hermano Gunther tome a Brunilda como esposa, y su medio-hermana Gutrune se case con Sigfrido. Sin embargo, el propósito de sus acciones es nefasto. Él es el hijo del enano Alberich cuyo robo del oro del Rin desencadenó los acontecimientos que amenazan destruir tanto a los dioses como a la humanidad.
Gutrune da a beber a Sigfrido una poción que le hace olvidar a Brunilda; entonces éste se pone el Tarnhelm, yelmo mágico creado por Mime, su padre adoptivo, para tomar así la apariencia de Gunther y arrebatar el anillo a Brunilda.
Consternada, Brunilda revela a Hagen la única debilidad de Sigfrido, dándole así la llave para matar a Sigfrido y obtener el anillo. Si bien Gunther ahora ambiciona también el poder que posee el anillo, es Brunilda, mientras se prepara para funeral de Sigfrido, quien debe decidir cómo romper la maldición del anillo y liberar a la Tierra de los dioses.
El ocaso de los dioses es la última obra del ciclo de óperas que componen Der Ring des Nibelungen (El anillo del Nibelungo) de Richard Wagner. Estrenada el 17 de agosto de 1876 en el Festival de Bayreuth, El ocaso de los dioses fue la culminación de la primera representación completa del ciclo del Anillo. Ahora, de nuevo en el escenario de la Ópera del Estado de Viena, El ocaso de los dioses nos muestra a un Richard Wagner en su mejor momento artístico: una experiencia cautivadora que absorbe los sentidos y cuya música, a diferencia del desenlace de la historia, conserva algo de divino.
