Madama Butterfly es la historia de una joven e inocente geisha que se enamora de un teniente de la marina de Estados Unidos. Cio-Cio-San abandona su religión y su familia para casarse con Pinkerton, pero, poco después, éste la abandona. Ella mantiene la esperanza de que algún día él volverá para reunirse con ella y con el hijo que aún no conoce. Sin embargo, cuando regresa a las vidas de éstos, lo hace con un propósito muy diferente.
A veces se dice que el papel del gran arte es reflejar la sociedad. En el mundo de la ópera, podemos ver que esto sucede en La Traviata de Verdi, así como en la profunda ironía de Don Giovanni de Mozart. Pero, ¿ocurre lo mismo con Madama Butterfly de Giacomo Puccini?
El escenario de Madama Butterfly era algo tan alejado de la realidad para su primer público, que seguramente pensaron que no tenía casi nada que ver con sus propias vidas. De hecho, cuando se estrenó en el Teatro alla Scala de Milán el 17 de febrero de 1904, Madama Butterfly fue abucheada. El empeño que puso Puccini en hacer que Madama Butterfly fuese lo más verídica posible, incluyendo su uso de la música popular japonesa, se perdió inicialmente entre los amantes de ópera italianos. Puccini, sin embargo, insistió, y hoy en día Madama Butterfly es adorada a nivel mundial.