Pasar una tarde disfrutando con la versión del Teatro de Marionetas de Salzburgo del Cascanueces de Piotr Ilich Chaikovski es la manera perfecta para introducir a los niños en el mundo del ballet y de la música clásica. Con sus personajes, danzas y melodías de cuento de hadas que se quedan inmediatamente en nuestra memoria, El cascanueces cautiva los corazones del público más joven de todo el mundo desde hace varias generaciones.
Esta obra gira en torno a una transformación mágica. El regalo de Navidad favorito de Clara, un cascanueces en forma de soldado de juguete, cobra vida para dirigir un ejército de soldados de jengibre contra los esbirros del rey ratón. Al final de la batalla, el Cascanueces se convierte en un príncipe y lleva a Clara al Reino de los dulces, donde explica a su dirigente, el Hada de azúcar, cómo Clara le ha ayudado a derrotar a su enemigo.
Adaptado de una historia de E.T.A. Hoffmann y coreografiado por Marius Petipa y Lev Ivanov, El cascanueces es el tercer y último ballet de Chaikovski. Fue estrenado en el Teatro Mariinsky de San Petersburgo el 18 de diciembre de 1892, en una doble representación que contaba también con la première de Iolanta, la última ópera del maestro ruso. Dada la popularidad que tiene hoy en día, resulta sorprende que El cascanueces no fuese un éxito inmediato. Habría que esperar hasta la década de 1960 para que este ballet fuese representado en todas las salas, sobre todo durante la Navidad, dado el contexto en el que se desarrolla la historia.
La sencillez de El Cascanueces es precisamente lo que lo hace tan atractivo; y el Teatro de Marionetas de Salzburgo ha hecho una elección ideal llevándolo a su escenario. Ante esta historia que parece sacada directamente de la caja de juguetes de un niño, y que cuenta con un argumento para nada complicado, no podemos más que admirar las cualidades etéreas tanto de la música de Chaikovski como de las maravillosas danzas que interpreta cada grupo de marionetas.