La última ópera de Wolfgang Amadeus Mozart – fue estrenada el 30 de septiembre de 1791, apenas algo más de dos meses antes de su muerte prematura – La flauta mágica fue la obra que vio al gran compositor olvidarse de toda prudencia y lanzarse de cabeza al mundo de la fantasía. Y con su colección de criaturas, la cual incluye una serpiente, un león, un elefante, un flamenco, un pelícano, pingüinos y una jirafa, no es de extrañar que La flauta mágica sea una de las obras más destacadas del repertorio del Teatro de Marionetas de Salzburgo.
La flauta mágica es la obra ideal para introducir a los niños, y a los adultos que se inicien en el mundo de la ópera, en el indiscutible genio de Mozart para el teatro musical. La Reina de la noche envía al Príncipe Tamino y al cazador de pájaros, Papageno, a una misión para rescatar a su hija Pamina de las garras de Sarastro, el supuestamente malvado sumo sacerdote. Pero no todo es lo que parece. Sarastro da la vuelta a la situación, al revelar que él es, de hecho, el protector de Pamina y es él quien ahora lanza un nuevo reto a Tamino, el cual deberá superar tres pruebas para demostrar que es digno de la mano de la princesa.
La combinación de los cuentos de hadas y las marionetas es realmente algo glorioso. Sabemos que las marionetas no son reales, pero dejamos de lado nuestra incredulidad guiados por la fascinación que ejerce la historia que cuentan y el mundo, tan diferente de nuestra realidad cotidiana, que crean.
Con unos personajes encantadores, la producción del Teatro de Marionetas de Salzburgo de La flauta mágica genera una buena dosis de emociones, terminando con un imprescindible final feliz y celebrando la maravillosa música de Mozart.