Quedando inacabada en el momento de su fallecimiento, la Misa de Réquiem en re menor de Wolfgang Amadeus Mozart sigue creando controversia en cuanto a los detalles de cómo fue completada. Su viuda, Constanze, que quería que el Réquiem fuese terminado, encargó a Franz Xaver Süssmayr, alumno de Mozart, que se ocupase de ello, después de que otro compositor, Joseph von Eybler, decidiera que la tarea estaba más allá de sus capacidades. Lo que probablemente nunca sabremos es cuántos de los bocetos de Mozart, en las partes de la obra que no lleven su autógrafo, guiaron a Süssmayr, si bien este último afirmaba que el Sanctus, el Benedictus y el Agnus Dei eran completamente de su invención.
Mozart nunca supo quién había encargado su última composición. Su cliente anónimo fue el Conde Franz von Walsegg, un aristócrata del que se sabe que compraba la música de otros compositores y la hacía pasar por suya. Sin embargo, la razón por la cual encargó una nueva obra en esta ocasión era muy diferente: conmemorar el aniversario del fallecimiento precoz de su esposa Anna. Ésta había muerto en febrero de 1791; Mozart lo haría en diciembre del mismo año.
La esplendorosa iglesia de San Carlos Borromeo (Karlskirche) de Viena acoge una serie de interpretaciones del Réquiem de Mozart de la mano de Cantus XVII, el coro y solistas de la Salzburger Konzertgesellschaft, acompañado de la orquesta Orchestra 1756. Construida entre 1716 y 1737, la Karlskirche es un ejemplo excepcional de la arquitectura barroca que todavía domina el paisaje urbano de Viena.
Famosa por su interpretación auténtica del reperterio del compositor, la Orchestra 1756 utiliza solamente instrumentos que habrían estado al alcance de Mozart en su época. Prepárense para ser transportados al pasado y para disfrutar de la experiencia de escuchar la Misa de Réquiem como lo habría hecho el público de finales del siglo XVIII.