Johann Strauss hijo ya había cimentado su reputación como “el rey del vals” cuando compuso su opereta El Murciélago (Die Fledermaus). En total, Strauss compuso unos quinientos bailes, incluyendo una de las más famosas piezas de música clásica jamás escritas: El Danubio Azul.
En los tiempos de Strauss, Viena se había ido convirtiendo en el centro de entretenimiento de Europa y la música de éste era escuchada y bailada más y más en los salones de baile de la capital austriaca. Lo sorprendente es que el mismo Strauss dudase de su propia capacidad para componer para el escenario, cuando tanta gente a su alrededor veía esto como una clara oportunidad para Strauss para sacar provecho de la popularidad de la que sus obras gozaban en las salas de conciertos de Viena. Sus primeras operetas no triunfaron; pero Max Steiner, Director del Theater an der Wien, estaba seguro de que el éxito estaba a punto de llegar.
Cuando el compositor francés Jacques Offenbach, quien apoyaba a su contemporáneo musical, Strauss, aunque éste era más joven que él, decidió no producir su propia versión de El Murciélago, recayó en Strauss la tarea de crear esta magnífica comedia de frivolidades, infidelidad y equivocaciones.
Todo lo que sucede en Die Fledermaus surge de la decisión de “el murciélago”, Dr. Falke, quien pretende avergonzar a su amigo Eisenstein por haberle dejado deambular borracho y disfrazado hacia su casa, tras una fiesta. El murciélago elabora un plan para mostrar el gusto por las relaciones extramaritales de Eisenstein y de su esposa Rosalinda, haciéndoles asistir a un baile al que ésta acude disfrazada. Eisenstein, sin sospechar que la dama con máscara es realmente su esposa, coquetea con ella mientras el amante de Rosalinda languidece en prisión. ¿Se perdonarán mutuamente los esposos por sus infidelidades cuando la identidad de Rosalinda sea revelada?
Estrenada el 5 de abril de 1874 en el Theatre an der Wien y con un libreto de Carl Haffner y Richard Genée, El Murciélago habría sido compuesta, según cuenta la leyenda, en tan sólo seis semanas, durante las cuales Strauss habría trabajado sin apenas dejar la pluma para comer o dormir. Es tentador pensar que el estado febril en el que el compositor parece que compuso esta opereta explica su energía desbordante que no ha dejado de fascinar al público desde su estreno. La Ópera Popular de Viena ofrece a los amantes de la opereta y de la estimulante música de Johann Strauss hijo la oportunidad de disfrutar de nuevo de su gran obra: El Murciélago.