La Ópera Popular de Viena revive Orfeo en los infiernos (u Orpheus in der Unterwelt en su versión alemana), la opereta que dio fama instantánea a Jacques Offenbach. El maestro de la comedia musical creó su irreverente parodia del mito sobre Orfeo y Eurídice en 1858. En dicha época, su obra fue considerada tanto como una burla de la fascinación del pueblo por la mitología griega como una sátira política disfrazada contra Napoleón III y su régimen.
Orfeo en los infiernos (Orphée aux Enfers según su título francés original) fue la primera “opéra bouffon” completa de Offenbach, como él mismo la calificaba, después de una serie de operetas en un solo acto a principios de la década de 1850. Junto con Héctor Crémieux, y con algunas aportaciones de Ludovic Halévy, el compositor realizó su visión de arremeter contra los dioses del Olimpo y contra los personajes mitológicos que él consideraba innecesariamente venerados. El estreno tuvo lugar en francés el 21 de octubre de 1858 en el Théâtre des Bouffes-Parisiens de París, y fue un éxito comercial, alimentado por el efecto chocante de la representación y por los enfrentamientos ampliamente mediatizados entre la crítica y el equipo creativo.
El amor mítico entre Orfeo y Eurídice se remonta a tiempos inmemoriales. El talentoso cantante, hijo de Apolo y Caliope, encuentra su pareja perfecta. Pero la felicidad de los enamorados es efímera, dado que ella muere por la mordedura de una serpiente venenosa. El afligido Orfeo desciende al inframundo para ver a Eurídice y utiliza su don musical para convencer a Hades de que libere a su amada. En la versión de Offenbach, el héroe no es el hijo de un dios y una musa, sino un simple violinista de pueblo que, en realidad, está bastante contento por la muerte de su esposa, ya que solo tiene ojos para la joven pastora Cloe. La opinión pública, sin embargo, le obliga a ir a buscar a Hades. Una serie de dioses olímpicos hacen alarde de sus propias faltas y defectos demasiado humanos mientras Orfeo se adentra cada vez más en este viaje no deseado.
La partitura dinámica de Offenbach se ajusta perfectamente a la acción que se desarrolla sobre el escenario, y el oyente atento reconocerá el Galop infernal como la música popular del baile del cancán. La Volksoper Wien presenta ahora en alemán esta opereta del siglo XIX, la cual sigue conservando todo su esplendor.